No me pidas que te olvide.
Pídeme que finja que te he olvidado. Al caer la noche pasaré por tu lado con mis tacones más altos, mi falda más corta, y mis labios tan rojos como el ferrari de tus sueños. Pero cuando llegue a casa me quitare los tacones, mi pintalabios ya se habrá borrado, y el rimmel habrá empezado a derramarse por mis mejillas porque me habré derrumbado. Dejaré que la aguja segundera del swatch de mi muñeca de dos vueltas, secaré mis lágrimas y volveré a sonreír, le bailaré un Rock an' roll al espejo con mis mejores movimientos, me pondré el pijama y me meteré en la cama. Soñarte sí está permitido.
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